Tras 11 años, volvemos a la sidrería donde estuvimos hace 28 años y 1 día
(casi la clavamos), dentro de la IV Sagardo-Bira. Ha sido la primera
sidrería que intentamos reservar un sábado a la noche y nos han dicho que
estaban completos. Esto, y la búsqueda que hicimos en Internet nos hacen
pensar que ha debido haber un cambio para mejor desde la última visita que
hicimos, por lo que nos animamos a reservar en jueves por la noche para
investigar empíricamente.
Asistentes: Johnny, Edu y Nesss
Previo
Edu llega a Nesss's tras las peripecias habituales gracias a Renfe y ve el
anuncio de un bar en el camino (Egoki) sobre el pintxopote a partir de las
18:30' con txistorra en el primer trago, bravas en el segundo, y jamón con
queso en el tercero. Tomamos nota al respecto mientras picamos manises con
orujo tostado y otras lindezas a modo de recepción.
Hacia las 19:00', salimos al Egoki con la idea de comer txistorra junto
con las sidras que pedimos (y nos sirven con poca cantidad). Nos
sorprenden tras un momento de espera con pintxos de atún con mayonesa
"porque están de pintxopote". Recordamos que son incontables quienes han
llevado ese bar en los últimos 24 años; no sabemos si tiene maldición o
atrae a quienes no valen para la hostelería.
En el Kixkal nos sacan hamburguesitas con queso y pan (solo a un lado) muy
ricas de sabor. Acertamos con el momento porque luego cambian a otras
propuestas de pintxos que va sacando el cocinero según le da. Cabe indicar
que las sidras duplican en cantidad a las del Egoki.
Nesss luego lleva a Edu a conocer el Goiz-Eguzki, hogar del jubilado de
Hernani, que también hacen pintxopote y está de camino a la parada
Hernani-Erdia del tren. Mucho ambiente "teenagers" de la tercera edad y
gente con ganas de hablar con el camarero. Éste nos hace filigranas con la
botella de sidra antes de abrirla. De pintxo, nos saca unos trozos de
chorizo a la sidra recién salidos de la cocina, sin pan.
Todos deben saber que vamos de sidrería por el poco pan que nos han ido
sacando.
Bajamos a la parada e informamos a Johnny que montaremos en el tren en el
que viene. Le preguntamos en qué vagón está y nos dice que cree que en el
segundo. Sin apenas tiempo de espera, montamos en un vagón y nos ponemos a
recorrerlos todos en plan estupas buscando a traficantes hasta que
llegamos al primero y decidimos sentarnos sin encontrar a Johnny, pero es
justo cuando él nos encuentra, ya que estaba ahí.
En Urnieta, tomamos un trago en el Riojano, antes de la sidrería, cruzando
dos veces por el túnel bajo la estación. Los carteles pegados que marcan
la distancia aleatoria a la sidrería (uno marca 70 m. y el otro 100 m)
sirven para la foto de los modelos, junto al paso de cebra de los
suicidas.
Sidrería
Se entra por un pasillito que da a las metálicas, se gira a la izquierda y
ahí está la otra sala con el resto de kupelas, la parrilla, las mesas,
varias máquinas y el acceso a los servicios. Estaban abiertas las kupelas
6, 7 (de madera), 8 y 10 (metálicas). Posteriormente, abrieron al grito de
txotx la 4, 5 (de madera) y 9 (metálica), tras lo que las dejaban abiertas
después. El kashero nos comenta que la 9 la hacen con las manzanas entre
el caserío y la parada de Renfe de Urnieta. Las de madera 4 y 5 tienen el
nombre de cada progenitor y la 6 y 7 del abuelo y la abuela, tallados en
madera. Retocando lo escrito 11 años atrás, sidrería de dos salas, no muy
grande, con siete kupelas típicas (de madera) y tres metálicas (entonces
tenían dos) en la otra sala. Mantiene todo el encanto y la maquinaria
clásicas bien a la vista de quien vaya (la prensa vieja, la más vieja, y
el aplastamanzanas que hicieron en Donostia hace más de un siglo).
Baño-caseta más moderno que la sidrería con tres secciones: mujeres,
hombres, y urinario. Edu confiesa que no tiene recuerdos de ese lugar, y
Johnny coincide con él.
De comer, tres trozos de chorizo a la sidra, una tortilla de bacalao
enorme, jugosa y muy rica (Gorria de Igeldo en el recuerdo), una tajada de
bakalao de gran tamaño con pimientos verdes para cada, con alguna zona
especialmente salada. Aquí les pedimos que no prepararan la txuleta hasta
avisarles, para disfrutar de la sidra y la conversación. El txuletón
tamaño brontosaurio que sacan al rato tras pedírselo nos parece muy rico.
Como no íbamos a comer en cuanto nos avisaban, sino que estábamos entre
las distintas kupelas, antes de atacar por fin el txuletón nos plantean
darle un golpe de calor que agradecemos. Luego tuvimos que pedir algún
otro golpe más de calor porque seguimos yendo a beber de tanto en cuanto.
Johnny sale corriendo a pillar el último tren para Gros y, percatados de
ello, nos sacan postre sólo para los dos restantes: dos triángulos de
queso cojonudos para cada, con algo de membrillo enmedio, sendos
cigarrillos y tejas y un cesto de incontables nueces, que ni mediamos. La
verdad, el nivel de la comida estuvo de sobresaliente, y la sidra también
(salvo la kupela 6). Nos cobraron 35 € a quienes comimos postre y 31 € a
quien no; en total, 101 € los tres.
Encantados con el cambio generacional. Es la primera vez, o acaso en mucho
tiempo la primera vez, que ha sido para mejorar notablemente, a nuestro
parecer. Ha debido haber ocurrido hace dos años, por lo que nos informan.
Así que no hemos andado tan empanados.
Nos ponen en una mesa corrida con otros tres grandes comedores al otro
extremo (ya que llegaron al segundo txuletón, no como nosotros,
maritxilis). Estuvimos junto a la puerta de prohibido traspaso salvo a los
trabajadores en el local. Por lo menos detectamos al kashero txotxero, un
parrillero y una camarera nerviosa y eficiente. El local estaba bastante
lleno para ser un jueves noche, incluyendo familias con bebés. Es buena
señal del cambio que ha habido. Destacamos por seguir siendo quienes nos
quedamos de pie, aunque hubo algún momento de flaqueza.
Comentamos el gran pedo que tuvimos en la visita que hicimos en 2008.
Tuvimos largas conversaciones sobre lo que pasa al mundo en estos días
entre Putin y Trump. Johnny renquea a la hora de comer desde el bakalao
con pimientos, y su estampida a pillar por los pelos el tren deja a los
otros dos con bastante cantidad de txuletón, por lo que nos negamos a
pedir un segundo, pese a la insistencia de los kurrelas.
Ello no evitó que Johnny rompiese un vaso, cuyos restos fueron recogidos
diligentemente por el parrillero.
En un momento, vemos aparecer al padre del kashero ("Aita Xanti", según la
kupela alusiva), a quien tanto recordamos de la anterior vez que
estuvimos. No nos animamos a saludarle, no fuera a pasar lo de entonces.
No fuimos los últimos en llegar ni en salir, gracias a la cuadrilla de la
de gafas que se quejaba de que no hubiera espejo en los baños.
Al salir (hacia las 23:45'), preguntamos al kashero si nos podemos llevar
los trozos de queso que no pudimos acabar, junto con las nueces y el pan
sobrantes. Nos pasan una bolsa de plástico para ello, sin ningún reparo.
Ésa es la actitud que echamos de menos en otras sidrerías.
Epílogo
En la salida del caserío, nos saludan varias pottokas a quienes regalamos
parte del pan que nos llevábamos. Pasaban hambre las criaturas...
Tras cruzar el túnel bajo la estación de tren de Urnieta por tercera vez
desde nuestra llegada, fuimos andando junto a la carretera, que está
bastante más iluminado que el camino junto a las vías del tren. A ver si
andando bajábamos la tripada tras lo que habíamos cenado.
Al final, en Nesss's no pudimos hacer mucho más que beber agua. Bueno, uno
soltó lastre, que no podía más, mientras el otro se quedó frito en el sofá
con la tele puesta. Así que no quedó otra cosa que dormir para digerir y
reponer fuerzas, hacia la 01:20'.