Altuna (Urnieta): Marzo 27, 2025

Tras 11 años, volvemos a la sidrería donde estuvimos hace 28 años y 1 día (casi la clavamos), dentro de la IV Sagardo-Bira. Ha sido la primera sidrería que intentamos reservar un sábado a la noche y nos han dicho que estaban completos. Esto, y la búsqueda que hicimos en Internet nos hacen pensar que ha debido haber un cambio para mejor desde la última visita que hicimos, por lo que nos animamos a reservar en jueves por la noche para investigar empíricamente.

Asistentes: Johnny, Edu y Nesss

Previo

Edu llega a Nesss's tras las peripecias habituales gracias a Renfe y ve el anuncio de un bar en el camino (Egoki) sobre el pintxopote a partir de las 18:30' con txistorra en el primer trago, bravas en el segundo, y jamón con queso en el tercero. Tomamos nota al respecto mientras picamos manises con orujo tostado y otras lindezas a modo de recepción. Hacia las 19:00', salimos al Egoki con la idea de comer txistorra junto con las sidras que pedimos (y nos sirven con poca cantidad). Nos sorprenden tras un momento de espera con pintxos de atún con mayonesa "porque están de pintxopote". Recordamos que son incontables quienes han llevado ese bar en los últimos 24 años; no sabemos si tiene maldición o atrae a quienes no valen para la hostelería. En el Kixkal nos sacan hamburguesitas con queso y pan (solo a un lado) muy ricas de sabor. Acertamos con el momento porque luego cambian a otras propuestas de pintxos que va sacando el cocinero según le da. Cabe indicar que las sidras duplican en cantidad a las del Egoki. Nesss luego lleva a Edu a conocer el Goiz-Eguzki, hogar del jubilado de Hernani, que también hacen pintxopote y está de camino a la parada Hernani-Erdia del tren. Mucho ambiente "teenagers" de la tercera edad y gente con ganas de hablar con el camarero. Éste nos hace filigranas con la botella de sidra antes de abrirla. De pintxo, nos saca unos trozos de chorizo a la sidra recién salidos de la cocina, sin pan. Todos deben saber que vamos de sidrería por el poco pan que nos han ido sacando. Bajamos a la parada e informamos a Johnny que montaremos en el tren en el que viene. Le preguntamos en qué vagón está y nos dice que cree que en el segundo. Sin apenas tiempo de espera, montamos en un vagón y nos ponemos a recorrerlos todos en plan estupas buscando a traficantes hasta que llegamos al primero y decidimos sentarnos sin encontrar a Johnny, pero es justo cuando él nos encuentra, ya que estaba ahí. En Urnieta, tomamos un trago en el Riojano, antes de la sidrería, cruzando dos veces por el túnel bajo la estación. Los carteles pegados que marcan la distancia aleatoria a la sidrería (uno marca 70 m. y el otro 100 m) sirven para la foto de los modelos, junto al paso de cebra de los suicidas.

Sidrería

Se entra por un pasillito que da a las metálicas, se gira a la izquierda y ahí está la otra sala con el resto de kupelas, la parrilla, las mesas, varias máquinas y el acceso a los servicios. Estaban abiertas las kupelas 6, 7 (de madera), 8 y 10 (metálicas). Posteriormente, abrieron al grito de txotx la 4, 5 (de madera) y 9 (metálica), tras lo que las dejaban abiertas después. El kashero nos comenta que la 9 la hacen con las manzanas entre el caserío y la parada de Renfe de Urnieta. Las de madera 4 y 5 tienen el nombre de cada progenitor y la 6 y 7 del abuelo y la abuela, tallados en madera. Retocando lo escrito 11 años atrás, sidrería de dos salas, no muy grande, con siete kupelas típicas (de madera) y tres metálicas (entonces tenían dos) en la otra sala. Mantiene todo el encanto y la maquinaria clásicas bien a la vista de quien vaya (la prensa vieja, la más vieja, y el aplastamanzanas que hicieron en Donostia hace más de un siglo). Baño-caseta más moderno que la sidrería con tres secciones: mujeres, hombres, y urinario. Edu confiesa que no tiene recuerdos de ese lugar, y Johnny coincide con él. De comer, tres trozos de chorizo a la sidra, una tortilla de bacalao enorme, jugosa y muy rica (Gorria de Igeldo en el recuerdo), una tajada de bakalao de gran tamaño con pimientos verdes para cada, con alguna zona especialmente salada. Aquí les pedimos que no prepararan la txuleta hasta avisarles, para disfrutar de la sidra y la conversación. El txuletón tamaño brontosaurio que sacan al rato tras pedírselo nos parece muy rico. Como no íbamos a comer en cuanto nos avisaban, sino que estábamos entre las distintas kupelas, antes de atacar por fin el txuletón nos plantean darle un golpe de calor que agradecemos. Luego tuvimos que pedir algún otro golpe más de calor porque seguimos yendo a beber de tanto en cuanto. Johnny sale corriendo a pillar el último tren para Gros y, percatados de ello, nos sacan postre sólo para los dos restantes: dos triángulos de queso cojonudos para cada, con algo de membrillo enmedio, sendos cigarrillos y tejas y un cesto de incontables nueces, que ni mediamos. La verdad, el nivel de la comida estuvo de sobresaliente, y la sidra también (salvo la kupela 6). Nos cobraron 35 € a quienes comimos postre y 31 € a quien no; en total, 101 € los tres. Encantados con el cambio generacional. Es la primera vez, o acaso en mucho tiempo la primera vez, que ha sido para mejorar notablemente, a nuestro parecer. Ha debido haber ocurrido hace dos años, por lo que nos informan. Así que no hemos andado tan empanados. Nos ponen en una mesa corrida con otros tres grandes comedores al otro extremo (ya que llegaron al segundo txuletón, no como nosotros, maritxilis). Estuvimos junto a la puerta de prohibido traspaso salvo a los trabajadores en el local. Por lo menos detectamos al kashero txotxero, un parrillero y una camarera nerviosa y eficiente. El local estaba bastante lleno para ser un jueves noche, incluyendo familias con bebés. Es buena señal del cambio que ha habido. Destacamos por seguir siendo quienes nos quedamos de pie, aunque hubo algún momento de flaqueza. Comentamos el gran pedo que tuvimos en la visita que hicimos en 2008. Tuvimos largas conversaciones sobre lo que pasa al mundo en estos días entre Putin y Trump. Johnny renquea a la hora de comer desde el bakalao con pimientos, y su estampida a pillar por los pelos el tren deja a los otros dos con bastante cantidad de txuletón, por lo que nos negamos a pedir un segundo, pese a la insistencia de los kurrelas. Ello no evitó que Johnny rompiese un vaso, cuyos restos fueron recogidos diligentemente por el parrillero. En un momento, vemos aparecer al padre del kashero ("Aita Xanti", según la kupela alusiva), a quien tanto recordamos de la anterior vez que estuvimos. No nos animamos a saludarle, no fuera a pasar lo de entonces. No fuimos los últimos en llegar ni en salir, gracias a la cuadrilla de la de gafas que se quejaba de que no hubiera espejo en los baños. Al salir (hacia las 23:45'), preguntamos al kashero si nos podemos llevar los trozos de queso que no pudimos acabar, junto con las nueces y el pan sobrantes. Nos pasan una bolsa de plástico para ello, sin ningún reparo. Ésa es la actitud que echamos de menos en otras sidrerías.

Epílogo

En la salida del caserío, nos saludan varias pottokas a quienes regalamos parte del pan que nos llevábamos. Pasaban hambre las criaturas... Tras cruzar el túnel bajo la estación de tren de Urnieta por tercera vez desde nuestra llegada, fuimos andando junto a la carretera, que está bastante más iluminado que el camino junto a las vías del tren. A ver si andando bajábamos la tripada tras lo que habíamos cenado. Al final, en Nesss's no pudimos hacer mucho más que beber agua. Bueno, uno soltó lastre, que no podía más, mientras el otro se quedó frito en el sofá con la tele puesta. Así que no quedó otra cosa que dormir para digerir y reponer fuerzas, hacia la 01:20'.