Tras 11 años, volvemos a la sidrería donde estuvimos hace 28 años y 1 día (casi la clavamos), dentro de la IV Sagardo-Bira. Ha sido la primera sidrería que intentamos reservar un sábado a la noche y nos han dicho que estaban completos, lo que nos hace pensar que ha debido haber un cambio para mejor desde la última (funesta) visita que hicimos, así que nos animamos a reservar en jueves por la noche para investigar empíricamente.
Asistentes: Johnny, Edu y Nesss
Bajamos al tren y Johnny nos dice que viene de Gros en el segundo vagón. Sin apenas tiempo de espera, montamos en un vagón de atrás y los recorremos en plan secretas buscando traficantes hasta que llegamos al primero y decidimos sentarnos sin encontrar a Johnny... justo en el momento en que se levanta de ese "segundo" vagón. En Urnieta, un trago en el Riojano, cruzando dos veces por el túnel bajo la estación. Los carteles de la cuesta a la sidrería, junto al paso de cebra de los suicidas, indican que Altuna está a 70 m o a 100 m, dependiendo el que mires.
Nos ponen en una mesa corrida con otros tres grandes comedores al otro extremo (ya que llegaron al segundo txuletón, no como nosotros, maritxilis). Estuvimos junto a la puerta de prohibido pasar salvo los trabajadores del local. Por lo menos detectamos al kashero txotxero, un parrillero y una camarera nerviosa y eficiente. El local estaba bastante lleno para ser un jueves noche, incluyendo familias con bebés. Es buena señal del cambio que ha habido. Destacamos por seguir siendo los únicos que comen de pie, aunque hubo algún momento de flaqueza.
De comer, tres trozos de bocao de chorizo a la sidra, una tortilla de bacalao enorme aún para tres (que ya dejó a Johnny renqueante), jugosa y muy rica (nos recordó a la de Gorria de Igeldo...); una tajada de bakalao por cabeza, de gran tamaño, buenas lascas, tostadita, y con pimientos verdes para cada, con alguna zona especialmente salada, excepto en el trozo de Edu que estaba perfecto. Johnny se rila como una nena entre el llenazo de la tortilla y la salina de su bakalao, que acaba siendo compartido por sus compañeros. Tras el bakalao les pedimos que no prepararan la txuleta hasta avisarles, para disfrutar de la sidra y la conversación. Cuando llegó el momento, el txuletón tamaño brontosaurio que sacan nos parece muy rico, aunque ya parece ser cosa de dos, ufff y ufff. Acabamos dándole un par de golpes de calor porque seguimos yendo a beber de tanto en cuanto. Nos insisten si queríamos un segundo txuletón pero ni de coña, los dos que comíamos ya quedamos más que satisfechos. De repente Johnny despierta y sale corriendo (a pesar del tripazo) a pillar el último tren para Gros y, percatados de ello, nos sacan postre sólo para los dos restantes: dos triángulos de queso cojonudos para cada, un trozo de membrillo, sendos cigarrillos y tejas y un cesto de incontables nueces, que ni mediamos. La verdad, el nivel de la comida estuvo de sobresaliente, y la sidra también (salvo la kupela 6). Nos cobraron 35 € a quienes comimos postre y 31 € a quien no; en total, 101 € los tres.
Comentamos el gran pedo que tuvimos en la visita de 2008. Tuvimos largas conversaciones sobre lo que pasa al mundo en estos días entre Putin y Trump. Tampoco faltó el típico vaso roto de Johnny, cuyos restos fueron recogidos diligentemente por el parrillero. En un momento, vemos aparecer al padre del kashero ("Aita Xanti", según la kupela 4 alusiva), a quien tanto recordamos de la anterior vez que estuvimos. No nos animamos a saludarle, por si nos daba la txapa de entonces.
No fuimos los últimos en llegar ni en salir, gracias a la cuadrilla de la de gafas que se quejaba de que no hubiera espejo en los baños. Al salir (hacia las 23:45), preguntamos al kashero si nos podemos llevar los trozos de queso que no pudimos acabar, junto con las nueces y el pan sobrantes. Sin ningún reparo incluso nos dan una bolsa de plástico para llevárnoslo. Ésa es la actitud que echamos de menos en otras sidrerías. En resumen, quedamos encantados con el cambio generacional, es la primera vez que ha sido para mejor. Nos informan que ha sido hace dos años, así que no hemos andado tan empanados, y la ponemos entre nuestras favoritas.